La oferta
Fue claro. Ascenso a cambio de un
brunch. Me puse poca ropa. Mucho maquillaje. Ningún prejuicio. Tomamos un red
velvet. Café. Smoothie de apio y zanahoria. Le masturbé con paciencia y me ofreció sobre su índice una gota de jugo
para degustarlo. Sólo después se detuvo su corazón y cayó sobre mí, como una
gran muralla en ruinas. El estúpido jamás despertó.
Comentarios