Escribir. Estar.

No puede ser. Tan equivocada estoy. Recuerdo haber escrito, hace unos días, en un blog amigo, “nunca se está en ninguna parte ”. ¿Lo escribí porque así lo pienso? ¿lo creo realmente? ¿qué quise decir? Lo releo y, obviamente, entiendo que era una respuesta, poco concreta, a un pensamiento concreto. Además de una idea pesimista y derrotista a las que tanto me aferro. Hoy, no sé si escribiría lo mismo. La volatilidad de las ideas que acecha. Mi conciencia de plastilina. Mi amor por esa mujer.

Siempre se está de algún modo. Incluso no estando existe la posibilidad de estar, habitando en el pensamiento ajeno. Tal vez, también cuando tus sonidos son percibidos por otros o cuando tú misma percibes los sonidos extraños que te hacen ser consciente de tu ser en el mundo.

Entre uno y otro pensamiento se interpone una estepa extensísima e incómoda. Pero todo este cambio de idea tiene una explicación. Duras. Así es. Yo soy yo, salvo cuando la leo a ella que dejo de ser yo misma para ser el vientre de una abeja reina que busca sin descanso, palpando una y otra vez, hasta dar con la idea e introducirme en ella. Detesto esta sensación mía de debilidad. Este ir y venir de opiniones. Pero la adoro a ella. Así que, todo de mí, está supeditado al presente que es ahora Ecrire.

Comentarios