Ser una nereida

Ahora ya sé que jamás se nos enredarán las sábanas entre las piernas. Sé que no encontraré ningún vello dibujando una caracola en el fondo blanco de la cama. La cama devastada. La almohada siempre con olor a lavanda. ¿Es el olor a lavanda un aroma cruel y triste? No habrá rastro de tus cabellos dorados rojos negros. Jamás sonará ningún piano, salvo en mi cabeza. Sólo ahora creo poder comprender el hielo de tus párpados cuando me miran –si es que me miran-. Entiendo la distancia pero siento cómo se retuerce algo ahí dentro, algo vivo y doloroso. Un depredador que me devora muy despacio, regodeándose en cada bocado. Tengo ganas de vomitar dormir correr. Ojalá llueva. Quisiera que comenzara a llover y no cesara nunca. Agua y más agua sobre mi sobre ti sobre los tejados. Ojalá llueva tanto que arrase todo. Las partituras, los cuentos, los poemas... que me lleve hasta los mismos labios del mar y me deje ser una nereida sin ojos para siempre.

Comentarios

sonoio ha dicho que…
muy muy bueno!
y por acá llueve y un poquito más al norte esta lluvia inunda,
pero aunque lo tuyo es metafórico,
lo mío solamente metereológico

un gran gran beso
Rocío ha dicho que…
me gusta mucho tu blog.
yo estdio hispánicas!!!