Me encantan los comienzos de mes. Son como si se abriese la veda a las oportunidades. Algo así como mes nuevo vida nueva aunque casi nunca se cumple. Mes tras mes todo sigue igual. Yo sigo con los apuntes. Es como un vicio. Apunto un apunte, y después, un apunte del apunte. Los separo por meses y por temáticas y garabateo el cuaderno Kukuxumusu con frases que no llegarán a ninguna parte. Allí apunto que AM recomienda encarecidamente Dietario voluble, de Vila-Matas. Es más, se lo recomienda a todos esos individuos que se creen escritores, dice: "pensando esas tonterías en lugar de envidiar determinada manera de escribir a la que ellos no llegarán ni volviendo a nacer, se despistan y se caen dentro de la bañera, se parten lo que les queda de espinazo y terminan medio ahogados. Hombre, no pierdas el tiempo, lee Dietario voluble y a ver si aprendes a escribir."

Hoy creí que iba a ser distinto. Sí, lo confieso. No sé cómo de distinto, pero diferente. Sin embargo ha sido como siempre, pero con más gente. Nada significativo, simplemente que no puedo leer como en el mes de agosto. Resulta imposible extender con ganas las páginas del periódico. El tren frena, la gente empuja, los enamorados se besan. En fin, la rutina me devuelve el ADN, un periódico de tirada gratuita que lejos de ser una maravilla (una vez leí que hablaban de un tal Jose Luis Borges, asi que imaginen), siempre suele contar en la sección de cultura con alguna entrevista interesante. La de hoy no me interesaba, pero me entero de la nueva película anime de Hayao Miyazaki.

Tanto a mi hijo como a mi nos fascina su mundo. Nos enamoramos de El viaje de Chihiro y de El castillo ambulante. Nos enamoramos de sus personajes, de su color. Ahora vuelve con una versión de La sirenita, de Hans Christian Andersen –escritor que, por si no lo saben, después de cada paja rezaba- titulada Ponyo on the Cliff by the sea.


Miyazaki dice que le encanta el pincel, que seguirá usándolo mientras pueda y que eligió esa historia porque necesitaba dotar de alma a ese personaje que injustamente en el cuento original no la tenía. Así que, apunte al canto. Y no les he contado que he recortado una imagen de Le Corbusier semidesnudo (no se quitó las gafas). Ésa la guardo para ponerla junto a la de Pasolini que también anda semidesnudo (le tapaba un libro abierto). Asi, da gusto. Septiembre ya lo he estrenado.

Comentarios